lunes, 2 de noviembre de 2015

LA RED... ¡EN ACCIÓN! ¿CARIES CEREBRAL?

maximi27oct
“Todas las conquistas sublimes son más o menos el premio del atrevimiento. Para que se verifique la revolución no basta que la presienta Montesquieu, ni que Diderot la predique, ni que Beaumarchais la anuncie, ni que Condorcet la calcule, ni que Voltaire la prepare, ni que Rosseau la premedite, es preciso que Danton tenga la audacia.
El grito “Audacia” es un fíat lux. Es necesario para que progrese el género humano, que la encuentre en las cumbres de la sociedad permanentes y altivas de valor.
La temeridad deslumbra la historia. La aurora es audaz cuando aparece.
Intentar, desafiar, persistir, perseverar, ser fiel a sí mismo, luchar cuerpo a cuerpo con el destino. Asombrar a la catástrofe con el poco miedo que nos causa. Ora haciendo frente a los poderes injustos. Ora insultando a la victoria llena de embriaguez; resistir y persistir.
Estos son los ejemplos que necesitan los pueblos; esta es la luz que los electriza. El mismo formidable relámpago enciende la antorcha de Prometeo o el botafuego de Cambronne.
Cuando la dictadura es un hecho la revolución se convierte en un derecho”.
Los Miserables.
Víctor Hugo.
1.862.
En el ámbito de la moral se define al miserable como una persona perversa, poco fiable, retorcida y, en pocas palabras un ser despreciable…
Prefiero entonces la definición de pobreza extrema. Quedando detallada de la forma siguiente: “Cuando la pobreza adquiere una categoría relevante e indiscutible ya no es suficiente utilizar el término pobre, sino que se incorpora una palabra más rotunda: Miserable. La explicación toma como ejemplo sencillo a una familia que no puede alimentarse con normalidad en su día a día, tampoco puede acceder a los servicios de salud, ni a otros servicios básicos. Expresa que esta circunstancia no es opinable ni discutible y, en consecuencia, dicha familia vive en condiciones miserables.” Fuente: deconceptos.com.
Traigo a colación esta magna obra de Víctor Hugo, porque en muchas oportunidades fue utilizada por un difunto gobernante para manipular a las crédulas masas humanas que todavía aplauden sus desvaríos y multiplican sus desórdenes mentales corroyendo sus cerebros con promesas utópicas que nunca cumplen pero, satisfacen a unos pocos y a los demás, a las grandes mayorías los mantienen a la espera con la repartición de las migajas que justifican la masificación del asalto al erario público, en corrupta repartición de billones de dólares, que en lugar de haber conformado las bases para el desarrollo definitivo del país, traducido en mejor calidad de vida para los ciudadanos más necesitados, fue a parar a las arcas inauditables de familiares, amigos, de adulantes y mendigos hambrientos de dinero mal habido; de quienes otrora fueron salteadores de caminos, asesinos de soldados y policías que habían jurado defender a la patria.
Desde siempre se ha hablado de “la miseria humana” y es qué, no es rico quien tiene las arcas llenas y espera qué, de un momento a otro, la justicia honesta le alcance, sobreponiéndose al poder omnímodo, otorgado por un pueblo engañado, como fueron engañados quienes condenaron a “Jesús… El Redentor.”
Es la misma miseria humana que maldijo el Libertador al referirse al soldado que apunta su arma al pueblo. Es la misma miseria que llevo a aquel soldado llamado Longino a clavar la lanza que portaba, en el costado de “Cristo… El hijo de Dios.”
Pero, la Justicia Honesta es paciente, acumula casos y sustancia pruebas, protege al inocente, teje su red implacable, y más temprano que tarde, con su actuación, nos recuerda qué: “El crimen no paga.” El dinero que fácil llega, fácil se va; el poder es efímero, pasajero, y es histórico que los tiranos siempre caen. Grandes imperios construidos con el oprobio, y el dolor de los ciudadanos, se han derrumbado, y los monstruos que los han conducido perentoriamente, generalmente, son traicionados por quienes han corrompido, cuando se desata la estampida del: “Sálvese quien pueda.”
Es realmente preocupante la aceptación de casos que otrora hubiesen conducido a los ciudadanos honestos a defender su dignidad ratificando la idiosincrasia de quien es integro, es decir, de manera pacífica, haciendo valer los derechos con la entereza y el verbo sobrio y respetuoso de quien tiene la razón y, la Constitución Nacional y las leyes le favorecen.
A veces la esperanza conculcada por la gravísima situación política, económica y social; por la constante distorsión de nuestros principios y valores; por la manipulación de las leyes que penalizan a inocentes y otorgan privilegios a delincuentes y asesinos, palpable situación a la cual nos han llevado, nos hace olvidar qué: 
“Ninguno es más fuerte que todos.” Que la mejor herramienta democrática es: ¡EL VOTO! 
Que la solución está en la solidaridad entre quienes amamos a la libertad y la democracia, y por tanto, debemos luchar por ellas como quien defiende su último halito de vida; es por eso qué, debemos tener siempre presente que debemos ser sostén y fortaleza del más débil, por qué: “Una cadena es tan fuerte como lo es su eslabón más débil.” 
Tenemos el deber de amalgamar las caries cerebrales que corroen a los ciudadanos que dudan de su capacidad de ejercer sus derechos, cubriendo los pasos necesarios para qué, en el momento propicio les sean restablecidos. Es lo menos que podemos hacer por nuestros seres queridos y por nuestra descendencia. La migración jamás podrá ser una solución idónea… “Huir no significa libertad.”
Sí, tenemos situaciones muy difíciles, a veces desesperantes, pero desde siempre los venezolanos hemos aceptado los retos y hemos vencido. La creación de la República no nos trajo la paz, por el contrario, en su defensa luchamos contra un imperio y, venció la lógica, la razón y la sensatez guiadas por el intelecto probo de nuestros ascendientes, libertadores del mundo y, esto, lo llevamos en nuestras genes. Hemos sido ejemplo para el mundo y una vez más lograremos dar una lección de patriotismo real a quienes quieren mancillarnos.
Maximiliano Pérez A.
SuNoticiero

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